En el Gólgota fuiste coronado,
tu Vera Cruz se guarda con hombría
y tu Santa Hermandad por ti porfía
porque a todos libraste del pecado.
Clavado en el madero, sí, clavado
te contempla hoy el pueblo y a María
Madre de las Tristezas se confía
el duelo que dejaste en tu legado.
Tu sangre tan preciada y tan preciosa,
tesoro de cristianos que lloramos
la entrega de tu espíritu oneroso.
Bebamos esa sangre tan gloriosa.
Madero que, fervientes adoramos,
costado tan preciado y tan precioso.
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