25 febrero 2017

SOY EL CAMINO DONDE VOY DEJANDO...


Soy el camino donde voy dejando
mis huellas deshacerse.
Fui todo aquello que me dejaron ser 
y lo que Dios me dijo.
Acaso alguna vez, desobediente
respondí con sordera.
La memoria sueña que el universo es siempre
y lo mismo que fui seré el reflejo,
un río seco y un manantial fecundo,
todos los vicios, todas las virtudes.
Me miro en los espejos, en ti, en él,
caigo en la duda. Mentira, más mentira
la red va siendo enorme esta mañana
y quema
como un cuchillo que rajara el vientre,
como un grito encerrado en un poema.
Al mar, aquí cercano
le está saliendo el llanto por los ojos,
no sé qué preguntarle,
él vomita salitre y yo sangre caliente,
las espinas se clavan y me estoy desangrando,
la herida aún huela a rejas y restos de naufragio.
                                Mas... sobrevivo
con mi grito y mi espada y el frío de mi muerte
                                sobrevivo,
que lo mío es ser hombre todavía,
mujer que se descalza cuando los ríos crecen
y aún me pongo a cantar cuando la noche llama.

14 febrero 2017

EN LA NOCHE...


Un sonido metálico
me enreda el pensamiento.
Llega la indecisión, da vueltas en la almohada.
La noche, me despierta las ideas,
las une, las desliza incandescentes.
Llega, las dejo ir.
                           Atrapo en un descuido
aquello que me mueve, que respira.
La corona se clava y duele, me estremezco,
me arrebujo en las sábanas
y me dejo llevar a ese mar dulce
del sueño, desde donde
                            y sin saber porqué
me nazco redimida.

06 febrero 2017

NO SON DÍAS DE PAZ


No son días de paz ni de laúdes viejos.
Son días de cuchillo, de sombra y finitud.
Es la lucha, el deseo de vivirme
sin mirar hacia atrás, ni hacia la culpa
y que el grito no llegue a hacerse eco.

Cuando pesa el dolor estamos solos.
Solo vive el que gana y se queda en la orilla,
no se mezcla en las olas ni en la arena,
y se acuesta, se duerme y se levanta
satisfecho de no haber disociado
su carne de su alma
                                        ni siquiera entre sueños.
Pero Tú y yo, que somos dos gemidos
que de dentro hacia fuera se desatan
no queremos hundirnos ni vengarnos.

No se hizo la sed para beberla
ni se hicieron las luces para el ciego.

Lentamente, levanto la ventana
entra la brisa, el mar y, en su bravura
me envuelve, me agigante y amoroso
me cubre. Me descubre un paraíso