del mundo y sus costumbres
y ahora este descielo,
este desángel
que desluce el brillo de mis hombros.
Yo no sé cuantas lunas
durará este intermedio del hueso y de la carne.
Allá en el Purgatorio donde habité sereno
conocí muchas almas, desnudas como el vino
pasando largas tardes
lavando la conciencia de polvo y rancias lumbres.
No sé si el viejo musgo nos trepará de nuevo,
si habrá días
de brote equinoccial que rememoren
aquel sol de metal tendido a nuestros pies.
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