16 septiembre 2015

DESNUDO DE PALABRAS


                                                              A Manuel Díez Bascón

Ven por la ventana de la vida. Asómate al balcón de las incertidumbres, verás que sigo aquí, recordándote, mirándote en silencio como tú bien hacías. Y bien cierto será que no te ponga flores, crisantemos, caléndulas o rosas. Sabes, que a mí la piedra me causa calofríos, prefiero estar contigo en el sueño y el rezo, mas no vengas cargado de angustias ni de espadas, tus páginas se fueron selladas con la cruz, esa cruz que cargamos desde que amanecemos, germinados de sol o de alba en plena noche.

Y te he soñado, padre, ya me quedo tranquila, pues veo que te llevo como se lleva a Dios, tan dentro de mi alma, de mis entrañas dentro, que sé que has alcanzado el sendero de amor y desde allí contemplas el temblor de la arcilla, la arcilla que ya sabe tu mágica emoción. ¿Ves el mar que me canta?, ¿ves mi rostro observándote?. No quiero que deambules por áridos desiertos, sangrando aún tu  herida, tu fiebre, tu delirio.

Cangilones del viento van ahogando tu grito, ese que se quedó en mi pecho horadado. Por eso quiero, padre, que cantes hoy conmigo por todos los océanos por donde navegaremos. Tus ojos, hoy lumilínicos desandan el cansancio, que te llevó sin duda al fondo del abismo. Pero yo te rescato con mi amor, padre mío y seguiré soñando para tenerte cerca. Mis pupilas dormidas en la noche, se encienden y vuelan las oníricas playas donde tú ya relumbras.

Y hablas, padre, hablas, te escucho adormecida.
 Escucho al fin tu voz que se fue cielo-adentro.


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