31 enero 2013

DE MADRID AL CIELO PASANDO POR EL ESCORIAL

TUVIMOS calofríos cunto al mar. En él estaba Dios, estaba, la Voz del infinito que deambula. Creímos que allí estaba, tan solo allí, junto a nosotros, para nosotros solos y hasta creímos oír sus pasos en la arena según nos desplazábamos. Ahora, en esta Villa Leal, sopla el viento más fuerte y de nuevo está Dios, más grande, más auténtico, más escalofriante si lo piensas, allá, sobre las nubes del Abantos, acá bajo la sombra de los pinos.

Por fuerza el dolor íntimo, dolor universal, cual diminutas gotas de diamante, se esfuma al saberte contemplado, te abraza esa gran Voz iluminada, sabes que está contigo, te sostiene, valle, río, montaña... La Voz, esa gran Voz, es tu voz cuando la Voz te llama.

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