07 octubre 2010

OCTUBRE. LLUEVE DULCE Y LARGO

Hoy llueve largo y dulce.
Se me ha calmado el pulso
y la sed de frescor que ayer alimentara.

Es oscura la tarde que enmudece
el crujido de las ramas del fresno
y el concierto de grillos, que, temblando
van y buscan abrigo sobre la alfombra fresca.

La yerba se enriquece y pavonea el aire.
Manso rumor que acude a la llamada de sus leyes.
Compañera fresquísima del hombre
que camina las calles con su amargo naufragio.
Lo envuelve, lo acaricia, le va limando arrugas
y le borra la sed del alma y de los ojos.

Hoy llueve dulce y largo y yo, bajo el paraguas
voy atando silencios, resfresco mis insomnios,
miro al frente y descubro que la lluvia
le va ganando puntos al lenguaje
como si Dios hablara gota a gota, en medido de las gentes.

Presto atención. Escucho. Oigo nombres, mi nombre...
Y en él se mece el mundo como un arca perdida.

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