DE NANAS Y SOLDADOS
De pastor empezaste en la cañada
con tus rimas, cual silbo vulnerado
ignorando el final que te esperaba,
que un hombre sólo sabe del pasado.
Aprendiste de nanas y soldados,
de hambre, de locura y de poesía
y andabas con tus versos al costado
lejos, en la trinchera, muda y fría.
Un amor te esperaba y a tu hijo
acunabas dolor en los papeles
y ese amor, y esa madre en su cobijo,
la cebolla trocaba en cascabeles.
Te esperábamos todos, más no pudo
el destino fatal torcer su espada,
te quedaste, Miguel, y España anduvo
con su camisa yerma, desgajada.
No te inquietes, soldado, tu palabra
queda escrita en las venas de la historia
y poetas que somos, nuestra entraña
te ha esculpido por siempre en la memoria.
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