Tú, yo, nosotros
no estábamos tan solos.
En la distancia
había mil luceros
alargando sus brazos.
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Es una alfombra verde
la que me llama.
No acudiré
hasta que se unifique.
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La tarde es limpia, ya pasaron
los jinetes que avisan de lo desconocido.
A qué temer...
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Atended a la estrella.
No nació para adornar el firmamento.
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Hoy el cuento es un niño dormido
bajo la voz del hambre
y hojas de palmera
acarician sus pies desnudos,
cintura desnutrida.
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