08 febrero 2013

LOS VIENTOS Y EL MONTE

En esta isla de vientos
a veces, casi gélidos,
refulge más la antorcha de la vida,
esa vida que siempre nos ocupa el canto,
el almanaque, el niño que ayer fuimos
y no quiere abrocharnos las sandalias.
Nos deja, desafiante.
Oímos ese tren que llega, --las vías están cerca--
Miramos sin querer pero no se detiene,
va de paso, pasito largo, ligero, sin apenas ruido.
La tarde se echa encima y un albo amor
nos enternece del corazón el ritmo.
Pensamos que ya el mundo
al igual se armoniza.
Pálido y estridente desconcierto.

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