20 enero 2011

UN TERRON DE CARRNE Y ESTALLIDO

Lejos de la ciudad, lejos del hombre
aquí hay un hombre, solo
con sus reses, su siembra, su silencio.
¿Qué necesita? apenas nada
aunque se afana más allá del día y de la noche
siempre adelante el rumbo,
respirando la tierra que hierve en sus pulmones
y cuanto mira y toca le es sagrado.
Se bebe el sol mientras labora,
se curte fuera y dentro
y el oferente valle le lleva hasta los ojos
la imagen de los siglos.
Por eso sabe. Tiene conciencia de las cosas
y que Dios esstá ahí frente al sudor de su camisa,
entre sus manos sementeras.
Siempre acude a la voz del campanario
aunque se sienta frío como el ojo de un pez,
en la espina celosa que le punza hasta el alma
en su terrón de carne y de estallido.

Y nunca vio la mar. Ni lo quiere. Ni importa.

No hay comentarios: