29 septiembre 2016

TIEMPO DE MORAS


Son negros los zarzales que levantan su voz
bajo la página amarilla de la tarde.
Degusto la dulzura que me ofrecen
mientras mis ojos
                             con quietud de lago
acarician la fresca arboladura,
el límite ignorado del paisaje.
Una gota de lluvia juguetea,
              no es nada
se queda entre mis manos y me hace
pensar que ya el verano se nos muere.
Cuando una puerta cierra otra se abre
y la luna no deja de besarnos.
Acepto el reto de las voces nuevas.
Todas las voces, todas las fragancias
vienen ya galopando
montadas en las crines de la noche, 
los dorados pámpanos del sueño
vendrán a suavizar los labios
como este rico fruto que el camino me ofrece
y me veré arropada
bajo la transparencia turbia de a seda
de algunos viejos robles,
mientras duermen
y con placer reciben los celestes fuegos.

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