Ay mi princesa, amor, se está quedando
tan fría la mañana
que temo despertarte y no desees
reanudar el sendero de la estrella
que te condujo a mí y hasta mis lares.
Hoy te prometo
darte todo mi amor, ser mensajero
de la dicha que puedes alcanzar.
Cuéntame tú, ese mariposeo por las sienes
que no acierto a entender este lenguaje
sin gesto, sin palabra y no me importa
abrazarte y sentir tu piel tan de canela
entre el sí y el ¡no quiero! Juguetean mis lágrimas
que no quieren salir a ver el sol
por si se secan antes de llegar a los párpados
tan prietos de consuelo, tan sumidos
en el dolor inquieto de la duda.
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