El sol penetra muros, irrumpe quedamente
en la estancia que sufre
un día más del verano selvático.
Se empaña el pensamiento, se pregunta
dónde estará la brisa del suspiro del mundo
y se sienta, cansado
a ver si vienen voces húmedas por la yerba
del parque que bordea la mitad de mi calle.
El corazón urgente y la cabeza fuego.
Quiero librarme de tanta confusión.
Las horas de la magia ya se acercan
y los afanes
apagan ya sus ascuas encendidas.
El aire, soñoliento, inundará ventanas
y la noche, despierta, extenderá sus crines
y aplacará mi pluma que a veces me sorprende
cuando en su rebeldía
penetra en el abismo de mi entraña o mis sueños.
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