29 enero 2016

INVIERNO

Estas son, las larguísimas horas del invierno.
Asomada al pecho adolescente, que fuimos,
nos podemos ahogar en aquel llanto,
aquella angustia, aquel ansia
de concreciones.
Mas no debemos descender hasta el abismo
donde habitan los días melancólicos.
Debemos ascender de nuestro propio fango
dejando atrás las huellas soterradas,
acercarnos al hoy, más natural, más nuestro
y si acaso, volver a  la inocencia original
para gozar la fuente de la vida
ésta que nos provoca a cada instante,
vivir, vivir,
fiesta en el corazón.
Podríamos hacernos
un escudo de bálsamo-granito
para los días erróneos,
aquellos que transcurran
sin unos labios que nos digan: -¡Ven!

No hay comentarios: